El rito iniciático se caracteriza con frecuencia por una primera fase preparatoria, de expiación y purificación (los cuatro viajes de la antigüedad). Las pruebas de la tierra, el aire, el agua y el fuego que son representados en la iniciación masónica.
Después por una segunda fase de renuncia a la condición anterior a la iniciación (muerte ritual). El profano muere simbólicamente al vicio, los errores y las preocupaciones vulgares.
Y por una tercera (renacimiento), en la que la persona es integrada a una nueva categoría de individuos.
Una vez instruido, el héroe vuelve a su grupo, rehaciendo de nuevo el camino pero al revés, llevando consigo los conocimientos adquiridos.
El iniciado en la masonería renace a la virtud, al honor y a la sabiduría, es decir, a un estado de conciencia superior.
Sale del reino de la ignorancia, de la hipocresía y la ambición y vuelve regenerado a la vida comprendiendo los misterios.
El masón se convierte en un maestro de la asociación humana, que es una inmensa escuela mutua.
El iniciado en la masonería renace a la virtud, al honor y a la sabiduría, es decir, a un estado de conciencia superior.
Sale del reino de la ignorancia, de la hipocresía y la ambición y vuelve regenerado a la vida comprendiendo los misterios.
El masón se convierte en un maestro de la asociación humana, que es una inmensa escuela mutua.
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