La Pascua y el equinoccio de Primavera

El curso anual del Sol comienza en el signo del Carnero o Cordero, entre los meses de Marzo y Abril. En efecto, el Sol entra en el ecuador en Aries, el primero de los doce signos del Zodiaco. Los días y las noches son, entonces, de igual duración en los dos hemisferios; nos hallamos en el equinoccio de Primavera.

Los antiguos creían que el Sol de Primavera provocaba la "resurrección" anual de la Naturaleza. Con su presencia, el Sol ahuyentaba los males que afligían a la Tierra, fundía los hielos del invierno, disipaba las tinieblas e impregnaba a todos los seres con la cálida influencia de sus rayos.

Esta idea es anterior al Cristianismo y al Judaísmo, ya que procede de los Misterios de las culturas más antiguas del mundo y la encontramos difundida en Persia, India y Egipto. De este hecho contenido en el Mito Solar deriva la inscripción INRI, que en su forma original se traduce en Igne Natura Renovatur Intergra, "Por el fuego (del Sol) se renueva íntegramente la Naturaleza".

Los hebreos se regían por festivales de carácter agrícola, de ahí que la clave está en la Naturaleza para conocer el significado de las fiestas de la Pascua o Pesaj, en Primavera; Pentecostés o Shavout a principios del Verano, y de los Tabernáculos  o Sucot, en el Otoño. La fiesta de Pesaj era el festival de Primavera, de renacimiento o recrecimiento y con ella se celebraba la primera cosecha de cereal, de cebada. La fiesta de Pentecostés marcaba la última cosecha del trigo y los primeros frutos. Siempre se celebraba cincuenta días después del Pesaj o sea la Pascua. El festival de Sucot tenía lugar en el Otoño y era el último del año. 

La palabra Pascua significa "paso" y se refiere al paso que el Sol hace de "muerte a vida" y conmemora su renacimiento, después de que en la mitología solar fue asesinado por los tres signos inferiores.

Los hebreos ya celebraban cada año la Pascua del Cordero, antes de bajar a Egipto (donde permanecerían esclavos 400 años), cuando peregrinaban con sus rebaños. Sacrificaban un cordero en la primera Luna de Primavera, periodo especialmente crítico para las ovejas recién paridas, en vísperas de las migraciones primaverales.

Y se mataba un cordero para salvar a todos. El cordero escogido para para la fiesta se guardaba algunos días en las misma habitación para que se identificara mejor con la familia y llevara sobre sí los malos espíritus, la mala suerte, los microbios y otras faltas de sus integrantes. Después se rociaba con su sangre las tiendas de campaña, alejando así los malos espíritus "exterminadores", siempre listos para atacar a los hombres y animales.

En el plano histórico, narrado en la Biblia, la Pascua judía conmemora el Éxodo de los israelitas de la esclavitud en Egipto. Conmemora la salida a la Tierra Prometida, el paso hacia la libertad en "la tierra donde fluye leche y miel". En lo espiritual, para los hebreos Dios es el Redentor; de ser esclavos del faraón  en Egipto, pasaron a ser siervos de Dios.

Siglos después los primeros cristianos reinterpretaron la Fiesta de la Pascua para conmemorar la resurrección de Jesús el Cristo, haciendo una amalgama de elementos importados de otras religiones persas antiguas basadas en el Mito Solar.

En las culturas anteriores al cristianismo se celebraba a un mismo tiempo la exaltación del Sol y la resurrección de Mithra, Osiris, Adonis, etc. A esta fiesta precedían tres días de duelo (símbolo de los tres meses de invierno), durante los cuales se conmemoraban los sufrimientos, la muerte, el descenso a los infiernos (lugares inferiores) de estos personajes alegóricos del Sol. Pero esta tristeza pública se transformaba en alegría con motivo de su resurrección, y las demostraciones de alegría eran de carácter tan vivo que esta festividad recibió el nombre de Hilariae (Hilarias).

Los cristianos celebraban, también, bajo el primer signo (Aries) la resurrección de Cristo. Su fiesta, denominada Pascua (paso) va precedida igualmente de tres días de duelo, durante los cuales se recuerda su pasión, su muerte y su descenso a los infiernos. Esta tristeza se convierte de súbito en alegría. En fin, las Pascuas son para los cristianos lo mismo que las Hilariae para los antiguos, quienes en esta época renovaban el fuego sagrado; el culto católico lo renueva también en la víspera de Pascuas. Los primeros cristianos elegían esta época para ponerse vestidos nuevos, como símbolo de la resurrección de Cristo.

En la Masonería, Hiram Abif (Vida Elevada) representa al Sol y su leyenda refiere a su camino anual por los signos del Zodiaco, a su nacimiento, vida, muerte y resurrección, de acuerdo al antiguo mito conocido por el hombre: el Mito Solar.

La mayor enseñanza filosófica que podemos obtener de ello es que en la Naturaleza "la vida se sostiene por la muerte", y que todo ciclo se rige por tres etapas: Generación, Destrucción y Regeneración.

Lo antiguo se renueva y se perfecciona. Esa es la ley del Progreso universal.

A la manera del Sol todo nace, muere y renace, ya sea en el terreno físico o material, moral, intelectual, espiritual o social, porque "como es arriba es abajo, como es adentro es afuera".

El Sol invicto del equinoccio de Primavera es la Luz que triunfa sobre las tinieblas del Universo. Es la Vida que trasciende a la muerte. Es el Orden que nace del caos.

En la alegoría masónica simboliza el paso de las tinieblas a la luz; el triunfo definitivo del bien sobre el mal, de la virtud sobre el vicio, de la verdad sobre el error, del progreso sobre el oscurantismo y de la libertad sobre la tiranía.